Weed moments

viernes, septiembre 29, 2006

Brígido

Hay palabras cuyo significado o sentido sólo puede comprenderse a cabalidad en el idioma o dialecto original. Sobre todo en Chile, donde tenemos cientos de modismos con múltiples significados, dependientes incluso del tono que usemos al expresarlos.

Atravesaba Avenida Grecia con el Beto, volados como hay que estar, y al llegar a la esquina se nos apareció en la vista, a los dos al mismo tiempo, un gordo enorme. Gordo-gordo, con la terrible panza. Onda, el asombro que causaba daba rápido paso a la lata-pena por él. El shock ameritaba un comentario, y yo tenía una exclamación que compartir con mi amigo, pero me quedé helado... entonces él habló por los dos: "Brígido", dijo.

Esa era la palabra: brígido.

miércoles, septiembre 20, 2006

Obrigado

Los últimos pitos que me quedaban de Asmterdam me los llevé a Valencia, donde conocí a Tiago. Fumamos y pasamos la noche carretiando, a la espera de la Tomatina (que tendría lugar al mediodía siguiente). Una semana después, como nunca me había pasado en la vida con ninguna otra persona, sentía que Tiago era mi mejor amigo.

Así que este post, más que un Weed moment (que con Tiago los tuvimos... bueno, y también hash moments, alcohol moments y sobrio moments, como con todos los amigos de verdad), lo uso como excusa para recordar a mi amigo portugués, y a toda la hermosa gente de Portugal, sin duda la nación más simpática y acogedora de todas las que conocí en Europa.

En portugués no se dice "gracias", literalmente. La palabra que ocupan es "obrigado" (u "obrigada" si se trata de una mujer que está agradeciendo). Según una amiga de Tiago, obrigado(a), que literalemente podría traducirse como "agradecido(a)", significa al mismo tiempo "agradecido" y "gracias", siendo una forma muy profunda de agradecer.

Así, a toda la gente que conocí en Portugal no puedo decirles otra cosa: obrigado, mis amigos. Muito obrigado.

Amsterdam IV (Rocío Marengo)


Una sola cosa me faltaba agregar a estos Weed moments sobre Amsterdam: el Barrio Rojo (parte del cual se ve en la foto de la derecha). Tengo que partir por decir que una vez dije que jamás pagaría por sexo en mi vida. Pero Amsterdam...

Saludé a una de las que bien podría ser modelo de televisión (también hay de las que parecen diseñadas por H.R. Giger), negocié lo que quería y lo que costaba, y entré. Adentro, lo primero que me llamó la atención fue el espejo, bajo el que había una pequeña mesita sobre la cual destacaba un cenicero con una cola gigante de un pito que quizás de qué porte habría sido "¡Si son todos volados acá en Amsterdam!", pensé.

No tuve mucho tiempo para seguir observando. "Take off your clothes", me dijo ella. Siempre andan apuradas las prostitutas de Amsterdam. Y yo, ni weón, chao ropa, hola cama.

Lo anterior hay que multiplicarlo por tres (checa, holandesa y checa... las checas deben ser las minas más ricas del mundo), y dejar en claro una cosa: no fueron los polvos de mi vida, ya que, sin duda, con amor pasan otras cosas. Pero de que fueron las tres minas más ricas que me he agarrado, eso también es indiscutible. La última era igual a Rocío Marengo (en la foto de arriba). Pero idéntica, ultra igual, ella misma si no fuera porque no era ella misma. Era tan igual, y tan linda, que un par de veces le pedí que se quedara quieta unos segundos para poder contemplar su carita ¡Qué locura! ¡Increiblemente rica, increiblemente linda, increiblemente igual a Rocío! ¡¡¡Me agarré a Rocío Marengoooooooooooooooooooo!!!

Como decía un ruso que conocí en el hostel: It's good to be in Amsterdam.