Weed moments

viernes, enero 23, 2009

Si hubiera dos muertes...

... para cada vida, hoy me gustaría vivir la primera. Pero como hay una sola, mejor me aguanto.

martes, enero 20, 2009

El mundo entero (como dos boxeadores)

Discutíamos mientras caminábamos por Providencia, como si el mundo fuera nuestro, como si no necesitáramos un lugar privado para discutir, porque no lo necesitábamos y el mundo entero era nuestro lugar. Como si fuéramos los protagonistas indiscutibles de la película, todos los demás en el mundo entero eran extras.

Gesticulábamos, subíamos y bajábamos la voz y seguíamos caminando mientras la gente pasaba (quizás algunos nos miraban). Y de pronto nos abrazábamos. Y después reanudábamos la discusión y la gesticulación y las subidas y bajadas de voz y la caminata. Y volvíamos a abrazarnos un instante. Como dos boxeadores que se abrazan para dejar de golpearse un momento, para descansar, pero sabiendo que en cuanto se suelten la pelea y los golpes se reanudan. Como dos boxeadores que se apoyan el uno en el otro, formando esa hermosa paradoja de buscar refugio en quien te hiere, pero al mismo tiempo te da sentido, da significado al momento, a la vida entera, porque uno sólo existe porque existe el otro.

Pero la pelea quedó inconclusa. Nadie tiró la toalla, pero ella bajó la guardia un momento. Sólo un momento. Casi me pidió que la golpeara sin parar con todos mis pensamientos y sentimientos, con todas mis críticas y mi honestidad. Como si uno de los boxeadores hubiese tenido un momento de lucidez, una revelación encandilante, como si en un momento hubiera visto toda la historia de la vida del otro boxeador y se hubiera dado cuenta de que, para su sorpresa, lo mejor era dejar que él ganara. Porque el otro boxeador había sufrido más en la vida. Y no es que el primer boxeador haya sufrido poco. Pero se da cuenta de que el otro conoce el dolor intenso, el sufrimiento profundo, y que mientras él, el primer boxeador, quiere pelear para ganarle al otro, el otro pelea para ganarle a la vida. Y decide bajar la guardia, quedar al descubierto esperando el golpe definitivo.

Bajaste la guardia y me dijiste con los ojos: “Rómpeme. Rompe esta armadura que me puse hace ya tanto (o parece que lo fuera). Quiero confiar. Quiero la locura. Rómpeme”.

domingo, enero 11, 2009

País con talento(s)

Llega a dar rabia o pena que en un país tan lleno de artistas, se valore tan poco el arte. Chile tiene músicos, escritores, actores, artistas visuales y un sinfín de maestros en las más diversas disciplinas ¡Y los pescan cero, qué chucha! Y estamos hablando de hueones geniales, de artistas con estudios, talento, discurso...

Para muestra, una de las fotos de la última exposición de la fotógrafa Javiera Eyzaguirre.

lunes, enero 05, 2009

Símbolos (Primera vez)

El año pasado pasé Año Nuevo en Valparaíso, en el Paseo Yugoeslavo, creo, rodeado de miles de personas, con amigos, y encontrándome con más amigos durante la noche en la Plaza Sotomayor, y abrazándome con todo el mundo y bailando y pasándolo muy bien. No recuerdo si el primer abrazo se lo di a la Maca o a la Pali. Sí me acuerdo de la hermosa sorpresa de encontrarme con el Rana y el Beto. Y entre medio el Pacheco. Y amanecer bailando. Después de que Giolito se diera tres vueltas en el escenario.

Este año el primer abrazo lo di pasado la una. Estoy tentado a describirlo de “inesperado”, pero la verdad es que cualquiera al que me hubiera encontrado habría sido inesperado. El Jano, mozo de Budapest. Y su hermana, creo que dijo. Ahora son la una y treintaicuatro y escribo esto. No he dado más abrazos. Pronto me voy a dormir. Giolito murió el año pasado. Primera vez en la vida que no tengo con quien abrazarme a las doce de la noche en Año Nuevo.