La persona que más quiero, de entre las que menos conozco, me dijo que soy un truco. Que sé exactamente cómo actuar para caer bien, para provocar una reacción, para persuadir y convencer. Me dijo textualmente que tengo un talento para parecer simpático, para generar confianza. Como si fuera el tipo ese de
Gracias por Fumar (
Thank You for Smoking). Como si calculara cada uno de mis actos con la frialdad de un francotirador.
Creo que está al menos parcialmente equivocada. Pero no debo olvidar sus palabras. Me recuerdan que alguna vez, hace muchos años, me sentí como un actor que era mala persona y un día le tocó actuar de buena persona, y le gustó tanto el papel que no dejó de interpetarlo desde entonces. Algo parecido al cuento
Una Reputación (en este link:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/arreola/reputaci.htm) de Juan José Arreola.
Lo cierto es que todos aprendemos a dar las gracias y a pedir perdón, a saludar y a despedirnos, a mentir y a decir la verdad, a respetar y a querer. Una vez conocidos los caminos, por supuesto que las elecciones no son a ciegas. Pero no por eso son caminos menos sinceros.
