Weed moments

martes, marzo 11, 2008

Color, profesor

Se murió la Ita. Paro respiratorio, dijeron los médicos. Soledad e ingratitud, digo yo.

Lo importante es que la recordaré y le estaré agradecido por siempre, en especial por haberme enseñado la lección más importante que me han dado en la vida. Y esa es que no importa ante qué eminencia, maestro o sabio nos enfrentemos, nunca tendremos mejor profesor que el propio corazón.

Lo que quiere decir que lo que se necesita para cambiar el mundo no es una mente brillante, sino un corazón puro. Esto es muy reconfortante para la gente tonta, como yo, que ya más inteligentes no nos vamos a hacer, pero sí podemos aspirar a purificar nuestros corazones. Cada día es una nueva oportunidad.

Hasta siempre, Ita. En mi corazón, tú no te morirás nunca.