El marco de mi ventana
Me siento en el marco de mi ventana y siento que lo que tengo todo. Miro mi living-comedor, con su futón, su tele y su exquisito afiche enmarcado de Bob jugando a la pelota. Miro hacia la calle, las tiendas y restoranes cercanos. Plaza Ñuñoa ¿qué mejor barrio?
Tres piezas, dos baños, un balcón donde caben una parrilla y dos sillas de playa. Una especie de closet perfecto para el indoor. Ganja a reventar en mi pieza, cervezas repletando el refrigerador, junto a cuatro flanes de chocolate. Nada más. Más de una docena de cajas de pizza se amontonan en otro closet pequeño.
Me han visitado ya diez amigos, algunos en más de una ocasión. Asados, pitos, vinos, cervezas, pizzas, videojuegos, música, más pitos, más cervezas...
Todavía me faltan algunas cosas. Compré un par de basureros. Todavía no cortinas de baño. Ni ollas. Sí tengo platos, vasos y cubiertos. Me falta la mesa y sillas para el comedor.
Llevo cinco días viviendo en mi nuevo departamento.